El blog del Puto Parao

Decimoctava entrega: Wake up

Incomunicado lector,

nadie entiende al desgraciaico que madruga. La inmensa mayoría de la gente se reúne un sábado, por ejemplo, y no tiene prisa por terminar, porque al día siguiente no hay escuela.

- ¿Pero qué prisa tienes?

- Coño, para una vez que nos juntamos …

- ¿Para qué tanto dormir, hombre? Quédate un rato más.

- Vaya un trabajo de mierda. Quédate, joder.

Si les haces caso, al día siguiente, cuando suena el despertador o mientras te tomas sólo y solo el puto café en una casa en penumbras, te acuerdas de todos y cada uno de ellos, y de toda su familia, durante varias generaciones atrás, también. Ellos, tapados con sus magníficos y suaves edredones, durmiendo la mona sin preocupaciones, hacen lo que es apropiado para esas horas. Si por necesidades inaplazables abandonaran momentáneamente el bien escogido lecho, es posible que alguno mire un reloj y piense, medio piadoso, medio jocoso, “pues el pringao éste ya se habrá levantado” o “qué cabrón, ¿a quién se le ocurre trabajar un domingo a estas horas?”. Y tú, somnoliento, cansado, te preparas como puedes para dar lo mejor de ti mismo en el proceso de reubicación de excrementos caninos, con tu cabeza llena todavía de las carcajadas de la reunión, que imaginas a tu costa.

Si te pones duro e inflexible, porque conoces las consecuencias, del “aguafiestas” y “siempre estás igual” no te libra nadie. Las malas caras y el sentimiento estúpido de culpa no te dejan descansar despreocupado.

Al final te vuelves huraño, si es que ya no lo eras. Detestas que te inviten a ningún lado. Prefieres circunscribirte a tu ordenada rutina, que exige cama durante unas prudentes horas antes de que el verdugo/despertador inicie su estridente graznido.

Sólo han pasado dos (2) días desde que me despojaron de esa rutina y es normal que me sienta todavía como un madrugador sin causa. Se puede decir que he estado en el otro lado del espejo y, aunque no vi maravilla alguna, parte de mí se ha quedado allí, si se me perdona la puerilidad de expresarlo así.

Piensa detenidamente, agraciado lector, en la inmensa fortuna que representa llevar una vida normal. Alégrate de vivir la vida que vives y acuérdate de las criaturicas que se ganan la vida manipulando mierda de madrugada.

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