El blog del Puto Parao

Duodécima entrega: Cuanta gente condenada lucha por sobrevivir mientras ellos se preocupan por un grano en su nariz

Inquieto lector,

para un furibundo amante de la rutina como yo, carecer de una resulta enloquecedor. Todo son ventajas en una vida rutinaria, sin sorpresas, previsible. No hay desgaste cerebral alguno en dejar que vayan los días pasando metódicamente.

Pobrecitos los reyes, los capitalistas, los generales, los cardenales y todos aquellos individuos para los que la vida se trata de concatenar sorpresa tras sorpresa, ir de lo inédito a lo inexplorado, de lo imprevisible a lo extraordinario. Oí de un futbolista de éxito que obsequió a su señora con un consolador forrado de diamantes. Dejando a un lado la extraña asociación de ideas que provoca juntar la mítica dureza de ese mineral con las zonas más sensibles del cuerpo humano, uno se pregunta cómo superó después eso, qué regalo pudo venir a continuación. Todo lo que no sea una polla empapada en kriptonita derretida en una luna de Neptuno por el furor uterino de la diosa Venus forzosamente ha de quedar por debajo de las expectativas.

Millones de hormiguitas se afanan sin descanso por suplir las necesidades de la especie y sólo algunas de ellas sienten que esas necesidades no son suficiente para cubrir sus incontables periodos de ocio. Qué agotamiento pensar que se acaba la temporada de esquí y empieza la de pasear con el yate. Me parece escucharlos:

- ¿Y dónde iremos este año, cariño mío, si ya hemos recorrido todos los mares? -puede que diga alguien.

- A tomar por culo debajo de un árbol milenario que rezume jalea real sobre nuestros pescuezos, mi amor -puede que le respondan.

Agotador.

Como siempre, pierdo el hilo. Empiezo mencionando mi ausencia de rutina y, sin venir a cuento, me pongo a pensar en las nada rutinarias vidas de lo que no conocen la incertidumbre, el miedo, de los que ni siquiera conciben la monótona vida de los millones de hormiguitas que costean su regalada vida.

¿Sabes qué tengo, como puto parao, en común con los escogidos de la tierra, indiferente lector? Compartimos el aburrimiento.

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