El blog del Puto Parao

Vigesimotercera entrega: Tienen la ley, también tienen a dios

Raquítica audiencia,

ser un puto esclavo tiene innumerables beneficios, siempre que el amo no te ponga a pensar. Los días van pasando, unos más largos, otros más cortos, siguiendo los designios de un sátiro cabrón que va echando hojas de morera a los indiferentes gusanos en una caja de zapatos con agujeritos para respirar.

Una vez fuera de la caja, sin amo asignado pero sin futuro, con toda la incertidumbre que puedas digerir, todos te animan a que vuelvas, excepto el sátiro cabrón, que no tiene planes para ti. Y aunque sólo sean dos (2) días expulsado de la anestesiante rutina, hay algo que se empieza a adueñar de ti: la mala leche.

Imagina que estás en un inmenso pozo, sin hojas de morera y sin vino, y en el filo donde la luz termina aparece una cabeza y te dice sonriente: “Tranquilo. Párate y piensa. Analiza. ¿Por qué estoy así? Vamos a ver, ahora mismo tus objetivos son muy básicos, pero vamos a empezar por ahí. Necesitas comida y bebida, ¿no es así? Pues concéntrate en esos objetivos. Ya verás como los consigues. No te conformes con menos.”

Pero parado ya estás, quieres decir y no dices. Y te sobra tiempo para pensar. Y por mucho que te concentres el puto papeo no aparece. La cabeza optimista no te va a escuchar, de todas formas. “Aquí te dejo mi libro, que espero que te sea de provecho. Se llama A todos los ratones les gusta el queso, pero sólo los más listos se lo comen sin que les den por culo. Es un título un poco largo, no hace falta que me lo digas. Léelo y reflexiona. Que tengas un bonito día”.

Lector considerado, ¿qué tipo de torturas aplicarías a la cabecita positiva? Eso, creo, es la mala leche en estado purulento. Es una leche improductiva para el sistema.

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